Debate viejuno en el que perdemos todos

Un debate viejuno en que perdimos, sobre todo, un precioso tiempo en ver cómo dos adversarios dedicaron la mayor parte de su tiempo a reprocharse lo que habían hecho en vez de dedicar el tiempo a contarnos lo que están dispuestos a hacer, y sobre todo cómo van a hacerlo, porque de promesas vacías ya están las campañas electorales llenas.

El contenido:

Cómo ya he dicho, reproches y más reproches. Lo que van a arreglar unos consiste básicamente en deshacer lo que han hecho otros, pero no hicieron cuando tuvieron la ocasión. Lo que van a hacer es otros es alargar la miseria, para que parezca menos miseria. Y todos nos quedamos con la duda… ¿Existe la vecina de Valladolid o es sólo una elemento más del storytelling? La señora ¿No se llamaría Valeria?

Miki & Duarte
Miki & Duarte

Tras los reproches, los insultos. Mientras, el moderador debía estar pensando en la lista de la compra, porque de verdad no pareciera que estuviera allí. Vale, Campo Vidal tenía un papelón, pero está claro que no salió bien del lío. Bien está aquí que en un debate de este tipo del moderador debe pasar lo más inadvertido posible, pero eso no significa que no intervengan para nada más que para cambiar de bloque.

El continente:

Televisivamente hablando fue un castigo para el telespectador. Parece mentira que eso haya sido realizado desde una prestigiosa escuela de cine, la ECAM, y por la Academia de Televisión. ¿De verdad esto es lo mejor que se podía hacer? ¿De verdad era necesaria esa realización más cercana a la época de Valerio Lazarov que a las posibilidades tecnológicas de hoy?

Imagen del Debate en B/N
Orgullo y Satisfacción

 

¿De verdad no encontraron un mejor fonde neutro que ese blanco roto que recordaba más a los tristes platós de una televisión de algún país del este?

Y por cierto, ¿dónde estuvo el Fact Cheking en direto de La Sexta? Debí quedarme dormida antes. Sí lo confieso, me dormí. No llegué al post debate. Pero como fuera como el debate está claro que no me perdí nada que tenga el más mínimo interés para tomar mi decisión sobre a quién votar el próximo domingo. Y creedme, aún no lo tengo claro.

Me siento como una concursante de reality en el momento de las nominaciones con la vieja excusa de “voy a votar a éste por eliminación de que no quiero votar a los otros”.

 

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