En estos días de fiesta he aprovechado las sesiones matinales para intentar ver algo decente, sin éxito, dicho sea de paso.
Pero cuando el pasado viernes atravesaba el pasillo que conduce a las salas, no pude dejar de ver un enorme cartel que anunciaba algún bodrio de película. Y a su vez anunciaba que si querías ser actor o actriz en la próxima película de Ricardo Bofill debías enviar un mensaje SMS al número nosecuantos, añadiendo en letra minúscula el coste de dicha llamada.
Me parece increible. Un tipejo cuyo único mérito ha sido primero casarse con la hija de un famoso, posteriormente ejercer de hijo de famoso, para después ser novio de famosa, ahora pretende hacernos creer que es director de cine, y no contento con eso, se dedica a aprovecharse del sueño de un montón de jóvenes, de convertirse en actores y así les saca una buena pasta con un sistema, que a buen seguro, finalmente supondrá, como mucho, una escenita con alguna frase estúpida.
Si alguien quiere enviarle un mensaje a este descerebrado, que ya de paso aproveche y le dice lo que se merece.
Si tuviéramos un medidor de macarras por metro cuadrado, seguro que este país se llevaba la palma.
¡Qué pedazo de impresentable!