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Inevitablemente, “la Boda Real”

Mucho se ha hablado del bodorrio en cuestión, pero aquí nos ceñiremos estrictamente al ámbito comunicativo, que para otras cosas ya están todos los programas “rosa”.
Hoy quiero comentar (no sé si otro día tendré fuerzas para retomar el tema) las críticas que he oído (principalmente en televisión) a la lectura que hizo la abuela materna de la novia, Doña Menchu, en la misa.
Es cierto que Doña Menchu hizo gala de su profesionalidad y declamó el texto. Pero lo que no puedo entender es que eso sea criticado, precisamente por los compañeros periodistas.


A estos mismos compañeros yo les preguntaría, a bote pronto, si pueden decirme algo del tema de la lectura anterior, a cargo, según creo, de un primo del contrayente. Probablemente la mayoría diría que no, porque fue la típica lectura monótona de iglesia que invita a la distracción y a pensar en cosas como planificar la agenda, o lo que falta en la nevera.
Sin embargo, fuimos muchos los que prestamos atención a Doña Menchu, no sólo por el tono empleado, sino por lo que decía, gracias como no, a ese tono empleado.
Desde luego estoy convencida de que si las lecturas en la iglesia se hicieran habitualmente así, serían muchos más los “católicos no practicantes” que empezarían a practicar, pues el evangelio tiene pasajes hermosísimos que invitan a la reflexión, pero que normalmente pasan desapercibidos para la mayoría de asistentes.

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