Hace algunas semanas me avisaron del comienzo de emisión de la primera temporada ‘Nip/Tuck: a golpe de bisturí’, que por cierto este año tiene tres candidaturas a los Globos de Oro.
Me avisaron por ser una serie que estaba causando una gran polémica en Estados Unidos, y estaba escandalizando a una buena parte de la sociedad sobre todo por el modo en que se trataba el tema de la cirugía plástica, en particular en su vertiente estética. Pero reconozco que me pilló en plena cuarentena aquella noche, y pensaba que por eso tal vez no había terminado de cogerle el punto.
No había vuelto a pensar en la serie precisamente hasta este pasado martes en que recibo un correo de Marcio Lus, preguntándome qué me parece. Así que dado que es el día de emisión en Calle 13 decido darle una nueva oportunidad y sentarme a ver otro capítulo.
Y nada. Que no termina de gustarme. Reconozco que está impecablemente hecha y llena de escenas impactantes como las que transcurren en el quirófano, que suelen entrar en más detalles de los necesarios.
Sin embargo, con respecto a la historia, ni los problemas que trata son nuevos, ni la manera de hacerlo tampoco, con lo cual no existe gran diferencia entre ésta y otras varias docenas de series que han tratado por partes los mismos problemas que aparecen aquí.
Estas series no están pensadas como obras de arte de la televisión, por lo que el enganche del espectador muchas veces es más visceral que racional. A veces no bastan unos protagonistas guapos y unas historias escandalosas para adquirir audiencia. De ser así yo preferiría a Horatio Cane por encima de Gil Grissom, siendo éste último el que me tiene absolutamente subyugada, por poner un ejemplo que ya he mencionado anteriormente.