¿Dónde están los tiempos en que veíamos pelis del oeste en que los buenos mataban a los malos?
Primero los indios eran los malos. Eso no era muy políticamente correcto así que descubrimos que también había blancos malos. Pero siempre, repito “siempre”, el valor a inculcar era que el bien triunfaba sobre el mal, que el caballo del bueno corría más que el del malo. Y nuestros hijos querían ser superhéroes como Superman o Spiderman para hacer el bien y defender a los débiles. O incluso Robin Hood, que era un delincuente, puesto que robaba a los ricos para dárselo a los pobres.
Ahora todo eso no vale nada y en los videojuegos, nuestros jóvenes pueden ser delincuentes y a matar policías, soldados, incluso prostitutas. Y va mucho más allá porque, según Amnistía Internacional, nos encontramos “agresiones a mujeres, asesinatos, violaciones, esclavitud, tortura, prostitución forzada (…) tratamiento de mujeres como objetos y otras violaciones de derechos humanos”
Pues parece ser que con todo esto no había bastante y según nos cuenta el padre de Miguel Gil, periodista asesinado en Sierra Leona, el juego de Play Station más vendido estas navidades es uno que incluye el asesinato de un periodista.
Desconozco qué clase de padre compraría uno de los juegos anteriores para su hijo, pero dado que parece ser son la mayoría, tengo que volver a replantearme mi vieja idea de que si necesitamos un permiso para conducir, cuánto más no lo necesitaríamos para validarnos como padres.
Algunos dirán que es sólo un juego. Pues vale.