Parece que la primera dama estadounidense se ha hartado de aguantar en las cenas protocolarias sentada y con una sonrisa impecable, y en la Cena Anual de Corresponsables de la Casa Blanca se despachó a gusto sobre su marido, y también sobre su suegra a quién llamó Don Corleone en alusión al intervencionismo en la vida de sus hijos.
Pero para frase divina, ésta:
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