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“Condenados a un infierno de aniquilación postnuclear”

Esta frasecita, así de mona y sencilla, la decía una pre-adolescente en una de las paupérrimas series nacionales que ha empezado a emitir Cuatro. Creo que era Corta-T, aunque tampoco es que le prestara demasiada atención (por mi salud mental).
La cuestión es que en los breves fragmentos que he visto de esa serie, no deja de sorprenderme cómo alguien ha podido gastarse dinero en ese engendro, y cómo alguien se ha atrevido a emitirlo. El programa es vulgar, soez, y refleja una juventud que yo no sé de dónde sacan, pero que me niego a pensar que sea una mayoría.
Sí, vale, ¿que yo ya no tengo idea de cómo es la juventud? Es probable, pero el sábado estuve toooooda la tarde (repito: “sábado”) con otro pedazo de esa juventud: un equipo formado por unas 15 personas de entre 20 y 25 años que querían aprender a hacer televisión, y que no les importaba cuantas horas estuviéramos, ni cuantas veces tuviéramos que repetir las tomas. Y en todas esas horas, no les oí ningún comentario sobre si “el churri se lo ha hecho con la jessica” o “la vane se lo monta con el maqui” que parece ser el leit-moviv de esta serie.
Claro, que eso es lo que se refiere al sketch macarra, pero también tenemos una parte con niñas pijas que sueltan frases como la que da título a esta entrada. Como si ser pija conllevara ser imbécil.
En definitiva, un cúmulo de caricaturescos topicazos que reflejan una realidad sesgada y sirven de poco ejemplo a la juventud. Y eso que se supone que Cuatro se vende para audiencias elitistas.
Prometo que la próxima crítica sobre la programación de este nuevo canal será buena, que también hay buenos programas… Bueno, al menos uno.

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