No puedo entender de otra manera la decisión de la Generalidad de realizar una prueba de suficiencia a quienes quieran obtener una plaza y además tengan la comprensible aspiración a subir de categoría.
Pero lo que no entienden ellos es que esta medida además de “consagrar el estatuto para toda la vida” (según Duran), puede incidir negativamente en la calidad de los docentes, como ha ocurrido en otras universidades del país, perdón nación, éste… estado plurinacional (creo).
Al menos eso es lo que me comentaba una profesora de la Universidad del País Vasco, haya ya casi cinco años, cuando le pregunté por el tema de la obligatoriedad de saber euskera. Su respuesta fue tan contundente como inesperada: “Mira Sonia, el problema es que la calidad docente de nuestra universidad ha descendido estrepitosamente, porque ya no podemos tener a los mejores docentes, sino sólo a los que hablan vasco”.
Me pareció de una lógica aplastante. Porque estoy convencida de que dicha universidad tendrán magníficos profesores que dominen el euskera, pero seguro que otros muchos han decidido irse ante una medida que atenta contra un pilar básico de la Universidad como es la “universalidad” del conocimiento.
No recuerdo en qué blog leí asombrada a un lector que comentaba cómo, tras dos años estudiando sueco, en Suecia, para poder acceder a una universidad de allí, llegó a las clases y se encontró con que eran impartidas en inglés.
Siempre he pensado que no se aprende en cabeza ajena, pero también que es importante aprovecharse de los errores cometidos por otros para no caer dos veces en la misma piedra. Una pena que el tripartito cometa un error que puede afectar a la formación de generaciones enteras de catalanes.