Los publicistas tienen estudiado con qué frecuencia se ha de emitir un anuncio para que cale en la audiencia, y qué ciclos de repeticiones ha de tener. Así al principio la campaña suele ser muy machacona para, cuando se ha hecho conocida, espaciar las repeticiones y así que el público no se canse.
A veces no calcula muy bien esta frecuencia y un anuncio puede llegar a saturar. En mi opinión esto ha ocurrido con el último Anuncio de Audi, el que lleva la música de Nina Simone, Ain’t Got no (I got life). En mi caso además, sólo me resultaba atractivo por la música, ya que estoy un poco cansada del recurso del vídeo inverso, algo muy habitual en certámenes de cortometrajes.
Pero ya ha llegado un punto en el que escucho el primer acorde de la canción y automático zapeo, harta del anuncio y de la musiquita.
Y todo esto os lo cuento porque lo mismo puede llegar a ocurrir con ciertos presentadores de televisión. En Andalucía está ocurriendo con Juan y Medio, y es que, no sé cómo, ha descubierto el don de la ubicuidad, de tal manera que da igual a qué hora ponga uno el canal autonómico, allí está Juan y Medio, bien a media tarde, con los mayores que buscan pareja, por la noche con los pequeños artistas, en cualquier programa especial por navidad, el día de Andalucía o lo que se les ocurra, y ahora ya por último, lo ví como invitado en Bienaventurados.
¡Recórcholis! ¡Si hasta Los Morancos presumen de ser el único programa de Canal Sur en el que no aparece Juan y Medio! Yo entiendo, soy plenamente consciente de que es un buen profesional con una increíble capacidad de tratar con personas mayores y niños y hacer que se sientan como en su casa delante de una cámara. Pero de ahí a tenerlo hasta en la sopa, hay una bonita escala de grises por explorar.
Así que ruego a los programadores del ente autonómico nos permitan un descanso de Juan y Medio, para que tengamos ocasión de echarle de menos. De verdad: nos hace falta.