En primer lugar dirigirme a Sonia, a quien agradezco profundamente su invitación formal para enriquecer en la medida de lo posible este ya bien sazonado blog.
Poseidón… ¿Quién no recuerda esta mítica película con árboles de navidad y demás decorados volteados? Supongo que todos, al igual que la grandiosa “El Coloso en llamas” (sin entrar en comparaciones “Winsorddianas”)… Sí, amigos, el cine de catástrofes vende pero a mi entender nos enfrentamos a una catástrofe mayor para el sector, de irreparables consecuencias.
Y pensarán ustedes: Ya sabemos todos de la extinción de las salas de barrio, de los clásicos cines de verano (recuperados por las agendas de ocio de las ciudades), en favor de las grandes multinacionales de la exhibición… Pero el tema al que me voy a referir va aún más lejos…
¿Hasta dónde llega la conceptualización de un sistema imperialista de la industria cinematográfica? Hasta donde quiera… Sin ir más lejos, a desplazar a nuestra querida pipa al gran saco del olvido.
Sí, amigo, ni siquiera yo recuerdo el momento en que se relacionaba el cine con las pipas, peladas o no, porque soy de una generación que ha crecido con la imagen de “cine-palomitas”. Una imagen que hasta el día de hoy está más que asentada en todas nuestras cabezas…
En nuestra querida Wikipedia podemos leer acerca de este aperitivo: Consumida adicionada de sal y aliñada de mantequilla, o bien acaramelada, esta popular golosina es especialmente favorecida por los cinéfilos, y ampliamente disponible en las salas de cine del mundo entero.
Sí. La palomita ha desterrado a nuestra pipa Kelia y ahora más que nunca, nuestra ranita preferida llora asistiendo cauta y en silencio a su cercano fin cinematográfico.
Las claves para entender este ataque hacia nuestra cultura son varias y sencillas… Es mucho más facil recoger cuatro granos de maiz que mil cáscaras de pipa… Además todo el mundo controla el precio de un paquete de pipas, pero no el de una ración de palomitas recien hechas… Este aperitivo ha conseguido casar de manera casi mágica con el refresco más vendido en el mundo tras el agua dulce: La Coca-Cola.
Si bien es cierto que mi odio hacia el maiz no está del todo fundamentado, no menos cierto es que la realidad de la pipa es un hecho que debieron respetar en su tiempo y no hicieron. El sistema es el sistema, y todos debemos acatar las decisiones de los que lo controlan porque, claro está, lo hacen por nuestro disfrute; ¿no?…
Sirvan estas primeras líneas para que por lo menos todos pensemos un momento en todos estos cambios a los que no prestamos mucho la atención y que dicen mucho de nuestro instinto de manada (que dijera mi querido Indio), y que día a día transforman nuestro mundo en algo que quizás no sea lo que deseamos, pero sí lo que toleramos…
Mientras unos “Pop-cornean” y otros se enriquecen con politonos de ranas locas… Luchen por la pipa: De la paz o de Grefusa, pelada o no, con o sin sal, tijuana o G… Pero luchen por ella, por el cine y por las noches de verano.
Gracias por leer, prometo mejorar.
Joya