Mi buen amigo Fran J. Saavedra recibe un guante y decide lanzármelo a mí para que añada algo al debate.
Me habría gustado empezar el año de otra manera; lamentablemente no es posible, y aunque hace algún tiempo que no hablo de espectacularización, no es porque no haya habido motivos (que los hay de sobra), sino porque estoy desanimada. Porque no encuentro salida a un problema que está llevando a la degeneración de la profesión periodística en muchos casos.
En este caso se trata de la publicación de la foto explícita de un cadáver hallado en las costas de las Islas Canarias, que yo no enlazaré pero que podéis encontrar en el artículo enlazado más arriba. Ante ello Fran J. escribe:
No tiene justificación, ni viene al caso intentar enganchar al lector con la espectacularización que dice Sonia, pero hay que comprender una hecho que no debemos pasar por alto: La competencia entre medios es feroz y, demasiado a menudo, el periodista debe plegarse a los deseos de la empresa editora, muchas veces contra su voluntad, para defender su puesto de trabajo. No es que esté justificando estas actitudes, simplemente las añado al debate porque creo que constituyen un factor a tener en cuenta a la hora de juzgar a unos y a otros.
Perfecto: entramos en la cultura del “todo vale”. Y digo ¿por qué no abrir las portadas de los diarios con la foto de un desnudo femenino? Seguro que eso también aumentaría las ventas, y puestos a ser rentables estoy convencida de que el sexo lo sería mucho más que la violencia. Pero no. Eso atenta contra la ética e incluso muchos diarios han decidido retirar los anuncios de servicios sexuales de sus páginas. ¡Cuanto cinismo!
Fran J. tiene razón, los medios de “información” han dejado de ser una actividad social para ser una actividad empresarial, y ahora no son dirigidos por periodistas sino por empresarios economistas con másteres del Universo que serían capaces de vender a su familia por una buena subida en el control de OJD, Nielsen o quién sea. Porque eso es al final lo que determinará una mayor o menor contratación de publicidad en el medio, y por tanto la supervivencia del mismo.
Pero eso no es lo realmente grave de este asunto, ya que la generación actual de periodistas sabe perfectamente distinguir entre información y espectacularización; otra cosa es que no tengan poder o valor para decantarse por la buena información y se rindan a intereses comerciales.
El problema realmente grave está en las nuevas generaciones de estudiantes que reciben una información contradictoria al respecto. Y os pondré un ejemplo de ello, aunque para salvaguardar el anonimato de la persona mencionada omitiré detalles y cambiaré algunos otros.
Este año un/a alumno/a debía presentarme un cartel para la asignatura de diseño gráfico que estuviera a favor de alguna causa escogido por él/ella, para luego posteriormente presentarme un cartel en contra de esa misma causa. Cuál no sería mi sorpresa al ver que el trabajo presentado era la viñeta de un conocidísimo dibujante a la que había borrado el texto de los bocadillos para incluir el que a él/ella le venía bien, y hasta ahí llegó su trabajo de creatividad.
He citado a esta persona tres veces en mi despacho, eso sí, indirectamente, porque aún no he conseguido verla en persona. No ha acudido, y aún ha tenido la desfachatez de enviarme un correo electrónico para preguntarme si tenía algo de lo que preocuparse. Obviamente sí lo tiene.
Consulté el tema con un profesor más experimentado que yo y al que considero mi mentor y me dijo:
– Sonia, estos chicos están en la cultura del “todo vale” y no entienden que eso está mal porque ven como en los medios se hace con mucha frecuencia y no pasa nada.
Me consta que en las facultades de comunicación se les enseña perfectamente la diferencia entre información y espectacularización y también entre inspiración u homenaje y puro plagio. Pero da igual, porque lo que ven cada día en los medios es lo contrario, y salen a la calle, como bien dice Fran J., tienen que hacer 10 noticias diarias que alguna incluirá además vídeo y tal vez una infografía.
¿Tiene arreglo? La verdad yo cada vez lo veo más duro, pero al menos, como diría mi amigo Humphrey: “Siempre nos quedaré el debate”