Todo lo que sé lo aprendí de la tele: o al menos eso afirma Mark Rowlands en el libro de mismo título, junto a otras estupendas perlas como: “¿Cuál era la razón de que los griegos se pasasen el día en la plaza, hablando de filosofía sin parar? La respuesta es evidente: ¡porque no tenían televisión!” Gracias, Tyler.