Toda Cara A, tiene una cara B, y he querido escribirlo en artículos distintos porque lo relatado a continuación nada tiene que ver con el Congreso ni la organización del mismo, ni con la estupenda estancia que tuve en la preciosa ciudad de Medellín.
Además, y tras el trágico accidente aéreo sucedido el pasado 20 de agosto, parece un poco banal hablar de retrasos e incomodidades, sin embargo creo que es necesario ver que estos retrasos no son excepcionales y que parece ser la tónica general, y que tal vez deberíamos tomárnoslo más en serio, porque en mi caso quedaron en retrasos por problemas mecánicos, pero pudo haber sido mucho peor, como lo fue para los pasajeros del Spanair a Las Palmas.
La cuestión es que yo debía haber hacer un viaje a Colombia de cinco días y un hotel, y estuve 4 días y con estancia en 3 hoteles, y desde el principio fue mal.
La primera en la frente sucedió en Málaga. Normalmente no facturo equipaje en viajes de trabajo porque son cortos y llevo una trolley de cabina, pero dado que tenía que coger tres vuelos y pasearme por aeropuertos desconocidos pensé que era mejor viajar con lo imprescindible que era el bolso y el maletín con el portátil, que ya es basante peso.
Pero hete aquí mi sorpresa cuando la señorita de Iberia me dice que no me puede meter la maleta hasta Medellín porque no puede darme la tarjeta de embarque, así que debo recogerla en Bogotá. Dado que sólo tenía una hora de transbordo en Bogotá y desconocía cuánto tardaría en trasladarme a la terminal de puente aéreo, pensé primero que era mejor recogerla en Madrid, y allí intentar facturarla hasta Medellín, y luego pensé que mejor la llevaba conmigo no fuera a despistarse en el camino. Craso error. Como pensaba facturar, llevaba la maleta envuelta con plástico de precintar de ese de seguridad, y cuándo llegué al control de la Guardia Civil el tipo me mira y me pregunta:
– Señorita, ¿no llevará líquidos ahí verdad? Porque menudo lío ahora ponerse a quitar el plástico
– ¡No que va!, pero que vamos que yo quería facturarla y han sido los de Iberia los que me han puesto pegas y bla bla bla…
– Ande pase, pase…
Primer escollo superado, aunque con la incomodidad de cargar con la maleta. Llego a Madrid, y claro, como no había facturado la maleta debo salir del área de embarque para ir a los mostradores de Avianca y conseguir las tarjeta de embarque Madrid-Bogotá-Medellín y deshacerme de la puñ…. maleta.
Carrerita por la T4
Nota: Tanto el personal de Iberia como de Avianca en la T4 ha sido muy amable, educado y servicial, y en algunos casos, incluso eficaz…
Llego exhausta a los mostradores de la Avianca y para mi fortuna me encuentro con una señorita de Avianca (AG)y otra de Iberia a cual más amable, y se reproduce el siguiente diálogo (chispa más o menos)
Yo – Buenos días, por favor, por piedad, denme fila de emergencia y pasillo.
Avianca girl – No sé, no sé (mirándome de arriba a abajo)
Y – Mire que hablo inglés perfectamente y estoy ágil para salir huyendo la primera en caso de necesidad
Iberia Girl – (Risas) Uy que va! Si lo que piden en Avianca es hablar español
Y – Pues casi que me defiendo…
AG: Estoy viendo aquí un asiento al lado de una señora embarazada que va con un bebé en brazos… ¿Le gusta?
Y – Hombre si es para cortarme las venas sí, pero le advierto que les mancharé mucho los asientos
AG: (Risas) Claro mujer no te preocupes yo pasé por una pesadilla así y no te lo haría pasar, te vamos a dar lo que nos has pedido
Y – Gracias resalá…
Tras unas cuantas bromas más y hablar sobre el café colombiano y la mejor forma de conseguir pesos me dirigí a la T4S dónde estaba mi puerta de embarque
Carrerita por la T4
Hubo un momento friki patrocinado por “Lost” en el que mis compañeros de ascensor debatían sobre el final de la Temporada 3, ya que aún no habían visto la 4. Frené mis impulsos de meterles un spoilerazo y seguí mi carrera…
Paseíto por la T4S
Ya en la T4S pude sentarme a tomar un refresco antes de coger el avión y luego irme a la cola de embarque. Por cierto, que embarcan una hora antes en los vuelos transoceánicos. Algo pasaba…, se retrasaban, y de repente nuestra vieja conocida “Avianca Girl” se me acerca en la fila muy seria y me pide mi tarjeta de embarque. Se la doy sonriendo, pero en mi fuero interno pienso que si alguien me quita la fila de emergencia va a correr la sangre.
En pocos minutos me llaman por megafonía para ir al mostrador del embarque y allí estaban nuevamente Avianca e Iberia Girl, y tenemos otros nueva charlita:
IG: Anda si eres tú otra vez
AG: Sí ya tengo yo su boarding card (os recuerdo que los latinos manejan el spanglish a la perfección)
Yo: ¿Algún problema con mi pasaje?
AG: El problema es que hemos visto que ibas rodeada de hombres guapos, y lo ibas a pasar fatal, así que hemos decidido pasarte a clase ejecutiva (o business)
IG: ¿Crees que soportarás ir en clase ejecutiva?
Yo: Pues mira, haré el esfuerzo, porque me habéis caído bien, pero que conste que preferiría ir en clase ejecutiva rodeada de hombres guapos…
Risas generalizadas, y me vuelvo a mi asiento de espera.
Al ratillo anuncian por megafonía que el vuelo no tiene permiso para despegar que hay algún tipo de incidencia mecánica. Y nos a tomar algo para dejarnos luego en la Sala VIP (solo a los de clase ejecutiva) donde nos tendrán informados.
Paseíto por la T4s
Durante el paseo por la terminal AG nos cuenta que un manguito pierde aceite, que es una vería menor y el avión podría volar, pero los mecánicos prefieren dejarlo arreglado antes de partir…
Admito que a pesar de tener claro que AG nos estaba mintiendo y jamás nos diría la verdad, en aquel momento no me planteé el no volar, también porque era dejar tirado a mis anfitriones en Colombia y ya bastante jaleo era que tuvieran que cambiar mi conferencia de día y hora, ya que no llegaría a tiempo…
En el relax de la sala ya empiezas a conocer algunas historias y recuerdo a Álex que viajaba a Bogotá para ir a la Embajada a arreglar los papeles para traer a España a la que se iba a convertir en su mujer en pocos días. Estaba preocupado porque si perdía esa cita tardaría meses en conseguir otra.
También conocí en ese momento a Juan María y José Mª, dos apuestos caballeros que iban de vacaciones a Cartagena de Indias y con quienes terminaría cenando esa noche acompañados de una grata conversación.
En ese instante algunos pasajeros ya tomaron la decisión de no volar e irse a sus casas.
Nosotros fuimos al Hotel, tuvimos una cena agradable y a la vuelta descubrimos que nos recogían a las 7 de la mañana, aunque no nos dijeron a que hora volaríamos. Salimos el día 14 como a las 10 de la mañana más o menos…
El resto ya no fue mal del todo. Eso sin contar con que al día siguiente tuvimos que volver a la T4 normal, pasar el control, trasladarnos a la T4S, pasar el control de pasaportes y recorrernos una vez más la T4S hasta la puerta de embarque. Uf que cansancio tengo de Aeropuerto de Barajas.
De ahí ya llegamos a Bogotá sin ningún tipo de incidencia en el vuelo y con la curiosidad de haber visto una película que aún no se ha estrenado en España: La isla de Nim, que dicho sea de paso, tampoco es gran cosa. De ahí volé a Medellín y de ahí al hotel a descansar y darme un buen baño ya que para el hotel de Madrid no nos habían devuelto las maletas y ya llevábamos muchísimas horas con la misma ropa (más o menos…)
Es cierto que en algún momento piensas que estás volando en el mismo avión que el día anterior no consiguió permiso para hacerlo, pero le quitas importancia y te aferras a las racionales estadísticas dándote cuenta de que tienes muchos más boletos para morir en un accidente de tráfico que de avión. Además, piensas que es algo excepcional y has tenido mala suerte… (ingénua de mí)
El capítulo 2 veremos que no era algo tan extraño…