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Mujeres y hombres y viceversa como máximo exponente del basurity show

De verdad, yo no querí­a, me he resistido, pero ya mi úlcera me dice que si no escribo de esto iré al infierno así que sin que sirva de precedente hablaré de este denigrante programa que se dedica a reírse de sus espectadores.

La primera vez que vi Mujeres y hombres y viceversa me quedé con la boca abierta pensando que era probablemente el programa que más degradaba a la mujer que habí­a visto en mi vida. Era en sus comienzos, cuando había un par de maromos que se dedicaban a escoger entre la pléyade de hermosas mujeres que el programa le proporcionaba. La idea era que dos chicos supuestamente normales y corrientes (como si el de la foto se pareciera a mi vecino del quinto…) iban a buscar el amor de su vida.

Para mi sorpresa vi que luego habí­a mujeres dispuestas a hacer lo mismo y entonces entendí­ que ya no era problema de degradar a la mujer, que la cuestión era degradar a cualquiera que se pusiera tiro.

Luego entendí­ un poco más cuando empezaron a salir los protagonistas del programa en imágenes de sus participaciones en series y otros programas y me di cuenta de que aquello nada tení­a que ver con un reality sino más bien con un basurity show que sería intentar hacer creer al público que está viendo a gente normal y real cuando son profesionales en mayor o menor medida de los medios (actores, modelos, aspirantes a actores, aspirantes a modelos, etc.)

Bueno, cada cual es mayorcito y sabe lo que hace… y lo que se traga en televisión. Hasta ahí nada que objetar.

Pero luego llegó Efren, el dios griego, el prí­ncipe azul, el hombre perfecto con el que todas soñamos y recuerdo que al menos durante cinco segundos yo también me sentí encandilada por esa especie de ser perfecto que nadie sabí­a de donde habí­a salido. Pero debe ser que me hago mayor porque transcurridos esos cinco minutos me dije: “No me lo trago, nadie es así de perfecto…” Y resultó que ni mucho menos era perfecto, y que todo habí­a sido un papelón, por parte del tal Efrén y de su pretendienta Soraya.

No lo he seguido muy de cerca pero no puedo ocultar mi satisfacción de que todo haya salido a la luz, y aunque las cadenas salen muy beneficiadas con esto, me ha encantado ver las guerra entre ellas, concretamente el empeño de Telecinco por alargar la situación de Efren y con ello los buenos resultados de audiencias, y ahora el intento de desprestigiarlo cuando el chico se les sube a la chepa y firma por la competencia, con Antena 3.

A estas alturas de la pelí­cula la verdad es que me importa un bledo lo que es verdad y lo que es mentira, porque seamos sinceros, a las cadenas también les importa un pito. A ellas, cuanta más bronca haya, mejor, más minutos rellenan con un personajes mucho más baratos que la Esteban o Raquel Mosquera y que les dan los mismos o mayores í­ndices de audiencias.

Buena prueba de ello ha sido hoy, cuándo Emma García en pleno momento de éxtasis dramático ha decidido despedir a una de sus colaboradoras y partí­cipe del Efrengate (una tal Ali) en vivo y en directo, para que pudiéramos sentir la tensión del momento. Otro de esos gloriosos momentos basura que pasarán a la televisión y que veremos hasta la saciedad en los zapping de la propia cadena.

Al final todo es show, todo es espectáculo, pero al menos las desgracias de la Esteban o Mosquera eran reales, mientras que lo de esto es todo una burda mentira.

Pero como decí­a la canción… That’s entertainment.

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