No puedo dejar de intervenir en el fascinante debate que han iniciado Hernan Casciari y Susana Alosete. Para poneros en antecedentes os diré que en base a esta crítica de Susana, Hernán se plantea si debemos criticar la obra como algo individual o como una pieza de la parrilla programática, a lo que Susana responde acertadamente.
No quiero añadir mucho más porque ellos lo han explicado muy bien, y vaya por delante que son dos blogueros cuyo criterio respeto enormemente y con los que coincido en la mayoría de ocasiones.
Ahora bien, Hernán tiene toda la razón al decir que un productor no es mejor o peor por su ubicación en la parrilla, pero no es menos cierto que dicha ubicación condicionará en parte su futuro éxito o fracaso, y ésa es la perspectiva que Susana plantea en alguna de sus críticas.
Dependiendo de la cadena, una mala ubicación en la parrilla puede suponer desde reubicaciones varias para ir probando, a la supresión del producto. Y sí, yo hablo de producto, porque es lo que nos ha traído la Neotelevisión y abstraerse de ese concepto me parece muy valiente, pero poco realista.
La mejor serie del mundo fracasaría ante las tropelías programáticas que cometen algunos avispados programadores, y su continuidad dependerá de su posibilidad de rentabilizarlo. Si no consigue audiencia se cancelará, así sean los mismísimos Sopranos, o por citar un producto de altísima calidad que no consiguió renovar temporada, Studio 60
¿Tiene eso algo que ver con su calidad? En absoluto, pero sí con lo que pasará con él en el futuro. Por tanto, yo no creo que haya que plantearse si se debe criticar la obra o el producto. Personalmente estoy encantada de poder disponer de ambas perspectivas y así poder formarme mi propia opinión, por lo que seguiré leyendo a ambos, y agradeciendo que sigan directrices tan diversas.