Vista desde la terraza de la Torre de la Prensa (Caracas)
Hace ya algún tiempo os hablé de que en enero viajé a Caracas por segunda vez a impartir un curso organizado por organizado por Marianne Robles de la la Universidad Monte Ávila para los empleados de Cadena Capriles, y fue una experiencia fascinante.
Como os comentaba, el grupo ha iniciado su proceso de convergencia multimedia y ha apostado fuerte por una formación integral para todo el grupo, que incluye varios módulos en los que se hacen con un buen panorama de la situación actual del periodismo en la Red, y en este caso, nuevamente comparto experiencia con Nick Guzmán para acometer la tarea adentrarles en el uso de algunas herramientas web 2.0 como son blogs, podcasts, videoblogs…
En esa primera edición, la que tuvo lugar en enero, los alumnos eran jefes de redacción y de sección de los distintos medios del grupo, “obligados” a asistir al mismo. Fueron estupendos alumnos, aunque un poco revoltosos, sin embargo la heterogeneidad del grupo hizo que no avanzáramos tanto como nos hubiera gustado.
En esta ocasión, los alumnos asistentes eran voluntarios a participar en el mismo, y aunque aún el grupo era muy variado (maquetadores, fotógrafos, diseñadores y algún redactor…) el interés en la materia ha hecho que el aprendizaje haya sido más ágil, aunque siempre se nos quedan cosas en el tintero.
Sin embargo, lo realmente interesante de la experiencia es tomar el pulso de los periodistas venezolanos; ver como cada día se enfrentan a una situación donde la libertad de prensa es, digamos… “relativa”, y donde se ven constantemente amenazados por el simple hecho de ejercer su trabajo. De hecho, la foto que aquí os muestro está realizada desde la terraza de la Torre de la Prensa, sede de la Cadena Capriles, que y edificio que sólo hacía unos días había sido víctima de un ataque por cóckteles molotov.
A pesar de esta inestable situación, cada día disfruto más de esta ciudad, lo que no es complicado dado los estupendos anfitriones con los que hemos contado una vez más, Reinaldo, Amilcar y Vanessa, que siempre nos enseñan lo mejor de la ciudad. Para el próximo viaje, que probablemente será en septiembre, espero ya verme lo suficientemente suelta como para salir a pasar por el municipio de Chacao, sin protección local 😉 e intentar mezclarnos con la gente, sin el letrero de turista pegado en la frente.
Se me queda en el tintero hablar de la experiencia del viaje, y lo tercermundista de algunos aeropuertos, pero no sólo el de Maiquetia, sino también algunos puntos de Barajas, pero eso lo dejaremos para otro post.
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