El pasado lunes, me senté en el televisor y empecé viendo Puro Sorkin, y el episodio de Creadores Prodigiosos sobre Aaron Sorkin. Para cuando llegó el primer episodio de la tercera temporada yo ya tenía los vellos como escarpias.
Esto va más allá de un análisis sistemático audiovisual. No se trata de discutir aquí si la serie es buena o no. A mí Sorkin me emociona como pocos. En la actualidad sólo se emiten dos series a las que dedique mi completa atención y que me hagan hablarle a la pantalla, y son The Good Wife y The Newsroom. Por supuesto ha habido otras, pero ahora mismo sólo ellas dos están en emisión. Son las que veré primero en VOS y luego dobladas al español, son sobre las que seguiré tuiteando, son las que me siguen tocando la fibra.
Viendo los dos programas anteriores al estreno entendí por qué Sorkin me resulta tan familiar. Siempre he dicho que para mí es el Billy Wilder de la televisión, y no sólo por compararlo con uno de los más grandes del cine, sino porque Sorkin escribe de la misma manera que Wilder. Diálogos rápidos, ingeniosos, perfectos, cadenciosos que terminan enganchando al espectador como una melodía pegadiza. Y el propio Sorkin lo explica muy bien en esos programas sobre su trabajo, donde cuenta cómo en realidad a él lo que le gusta es escribir diálogos, y que se enamoró de ellos de niño, yendo al teatro aún antes de poder entenderlo, con su padre (protagonista de sus referencias quijotescas a lo largo de todo su trabajo). De hecho dice algo muy divertido que traduciré libremente:
“… Yo sólo quería escribir diálogos, pero luego entendí que sí querías postre debías comerte la verdura, y por tanto debía escribir una historia para esos diálogos”
Aaron Sorking
Y aquí es donde quería llegar. ¿Me interesa la historia de amor entre Will y Mac? Más bien poco la verdad. ¿Me interesa la recreación de eventos reales? Ya lo creo que sí, pero Sorkin y sus Sorkinismos no gustan porque vayan de periodismo o televisión, gustan porque tiene los mejores diálogos de la ficción televisiva de los últimos años, y me daría igual que escribiera de periodistas, acróbatas o de vendedores de Chinatown.
Sé que The Newsroom llega a su punto final, pero espero que sólo sea un punto y seguido en la carrera televisiva de Aaron Sorkin y reconsidere su decisión de abandonar la televisión.