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Ya es 5 de septiembre y mi hermana Olga y yo tenemos nuestro primer contacto con el Dr. Frutos de la Coordinadora de Transplantes en Carlos Haya. Un hombre tranquilo y afable, es más, yo diría “achuchable”, que se toma su tiempo en explicarnos una buena parte del proceso y de todas las fases del mismo. Es lo que llaman “la educación del donante“, pero en realidad también es una educación para el receptor del órgano. Pero si algo he aprendido en este proceso es que te lo cuentan poco a poco y no te dan toda la información de una vez…
Ahí ya vimos los resultados de mi primera analítica y salimos con la cita para la “Prueba cruzada de donante vivo“. En ese momento no lo supimos, pero es una prueba bastante definitiva ya que es la que comprueba que el receptor no haya desarrollado defensas ante ninguno de los anticuerpos del donante. Y basta con que el receptor haya tenido alguna transfusión de sangre o un embarazo para esta incompatibilidad pueda producirse. Afortunadamente en nuestro caso no había incompatibilidad.
Algo que me ha llamado la atención en todo este proceso es que mucha gente al enterarse me dice algo como: ¡Qué suerte que eres compatible! Aquí tengo que deciros que somos hermanas y del mismo grupo sanguíneo con lo cual la compatibilidad está prácticamente garantizada. No obstante, el tema de los medicamentos anti-rechazo está tan avanzado, que es bastante sencillo conseguir la compatibildad. De hecho en el ranking de donaciones de vivo, en primer lugar no está la relación cosanguínea, sino que la mayor cantidad de transplantes de riñón se dan entre cónyuges. En segundo lugar estarían entre progenitores e hijos, y en terce lugar entre hermanos.
Además, éste también fue el día en que nos pusieron al corriente de todos y cada uno de los riesgos principales de la donación. Desde que el riñón transplantado nunca llegue a funcionar, hasta que la enfermedad renal original pueda reaparecer en el nuevo. Nuevamente, esto es más duro de escuchar para el receptor que para el donante, porque someterse a todo este proceso y pensar que puede ser para nada tiene que ser muy duro.
Fuimos concretando nuevas citas y pruebas, aunque de algunas pude librarme como la citología y mamografía, ya que tenía unas hechas con menos de un año de antigüedad, y por tanto podía aportarlas. Pero aún me quedan por pasar un angiotac y un par de entrevistas psiquiátricas, que mi graciosa familia piensa que no pasaré 😀 ¿Vosotros qué pensáis?
Eso lo dejamos para el próximo Cap 3: ¿Donde está la mosca? Aquí y aquí