Y lo que no imaginaba es que podía haber tantas diferencias entre unos y otros. Hoy os voy a hablar del Rolley Selfie Stick, un palo del selfie cuya mejor cualidad es el reducido tamaño. A pesar de que los geeks estamos acostumbrados a cargar con un montón de cacharrería encima (cables, baterías externas, lentes del móvil…) se agradece que se haga un esfuerzo en reducir el tamaño del dispositivo en sí, y la capacidad de plegado, que en el Rolley Selfie Stick es máxima ya que incluso el soporte donde va el teléfono es plegable, con lo cual se queda muy plano a la hora de guardarlo en cualquier sitio.
Cuando has usado distintos modelos de palos, el Rolley Selfie Stick da la sensación de ser menos robusto, pero en realidad sólo es por su ligereza. Pesa lo mínimo, pero cuando lo mueves con el teléfono acoplado te das cuenta de que aguanta perfectamente y con total seguridad.
Comentaros además que la conexión al teléfono para el disparo de fotografías es a través de un mando bluetooth, y admito que esto no sé si es una ventaja o un inconveniente. Por un lado la probabilidad (alta, en mi caso) de perder el mando a distancia. Por el otro, que, si conecto un dispositivo bluetooth más a mi teléfono me va a lanzar la app de collejas para decirme que ¡ya está bien! que no soporta más cacharros, que si el coche, la Fitbit Flex, la Xiaomi Band, el smartwatch…
Por último, un detalle más que le confiere un punto de calidad adicional es el hecho de que lleva acoplador para trípode en la base, que no es habitual en los sticks más comunes.