Con motivo del próximo estreno de “La pasión de Cristo“ en versión original en latín y arameo con subtítulos, volvemos a plantearnos si es mejor la versión original o la doblada.
Principalmente el problema está en intentar reducirlo a sólo dos opciones, es decir: o todo va doblado, o todo en v.o. con subtítulos.
No vamos en poner duda el magnífico trabajo que desarrollan los dobladores en España, que, os aseguro, en ocasiones consiguen mejorar notablemente el trabajo de un actor mediocre (como recientemente en “El último Samurai“). Lamentablemente en otras, las menos, destrozan el trabajo de un gran actor.
Pero seamos lógicos. Si me voy al cine a ver una película tipo “Policías rebeldes“, “Hombres de Negro” o “Mentiras arriesgadas“, en principio prefiero que sea versión doblada, porque son cintas de acción donde los diálogos no son tan importantes como en otro tipo de cine.
Sin embargo una actuación de Kevin Spacey o Robert de Niro (cuando no se mete a padre de novia o caricacatura de mafioso) es imprescindible oirlo en su versión original. Porque seamos serios, su voz, entonación, dicción y demás, son el 50 por cierto de su interpretación, y eso no lo podemos olvidar.
Volviendo al caso que mencionábamos anteriormente, Tom Cruise prefiero verlo doblado, porque es tan mal actor, que al menos doblado se hace soportable. Otra prueba más de que Penélope y él son tan para cual 😉
El caso de “El último Samurai” es especialmente llamativo en este sentido, puesto que, quitando el doblaje del megaprotagonista Cruise, el resto daban ganas de coger una de esas espadas y cortarle el cuello a los dobladores. Sobre todo en el caso del jefe de los Samurais, Katsumoto, que era lo único verdaderamente interesante en la película, y el doblaje destrozaba su interpretación.
Por cierto, una pena que se haya invertido tres años y un presupuesto abismal, para un guión tan pobre, y un resultado tan mediocre. Claro que si pretendemos que un sólo actor conocido soporte el éxito de una gran producción, y encimas escogemos al penoso del Cruise, pues no me extraña que tanta gente se riera en la sala en las escenas supuestamente dramáticas.