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¿Coca-cola y vino? No, gracias.


Leo hoy en el Diario Malaga Hoy un interesante artículo de Magdalena Martín sobre la noticia aparecida en los medios locales de la futura instalación de Internet en las habitaciones del Hospital Clínico.
Pero antes de llegar a ese punto me gustaría destacar otro párrafo de este mismo texto:

Prioridades

Atrapado en su coche y en un pesimismo persistente pensaba que lo peor estaba por llegar, y que el volumen de vehículos era tal que ni el Metro ni todas las fantasmagóricas hiperrondas podrían aliviarlo, sobre todo porque en su caso, a diferencia de algunos de sus compañeros, no estaba dispuesto a claudicar yéndose a vivir cerca del trabajo. Sostenía, quizás equivocadamente pero con convicción, que era como mezclar Coca-Cola y vino: el resultado es barato y cómodo, e incluso hay a quien termina por gustarle, pero coloca bastante y a la larga perjudica la salud física y mental.

Yo podría ser esa persona atrapada en su coche. La que no quiere claudicar, la que cada mañana maldice una gestión de infraestructura pensada para conseguir votos y no una ciudad dónde el tráfico no suponga una tortura continua. La que no quiere Coca-cola y vino.


El vídeo que aquí expongo es de este lunes pasado. El primer lunes en más de un año que conseguí no llegar tarde el trabajo, y esto sucede porque puedo emplear más de hora y media en hacer un trayecto de 20 míseros kilómetros.
Y claro, todo el mundo me dice: “mujer, será que ha habido algo, como un accidente o algo así”. Y sí. Tienen razón, pero la cuestión es que ese autovía que inevitablemente tengo que coger cada día tiene una media de dos accidentes diarios, así que teniendo en cuenta que suelen suceder en las horas punta, lo realmente llamativo es que un día no coincidas con el accidente. Algo tan extraño como ir a Times Square en Nueva York y que no veas un equipo de rodaje de alguna película o serie de televisión.
Quienes me conocen saben que adoro Málaga, y que incluso he rechazado alguna oferta de trabajo por no cambiar la calidad de vida que aquí se experimenta. Sin embargo cada día se me hace más difícil seguir convenciéndome de que ésta es una ciudad cómoda y agradable. Y es que no sólo de playa y chiringuito vive el hombre.
Sobre la conveniencia o no de tener conexión a Internet en los Hospitales, ya hablaremos otro día.

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