Ya sé, estoy últimamente un poco quejica pero es que estoy cansada de que me vendan burras de la puñetera Sociedad de la Información, que hacemos lo más difícil y fallamos en lo más tonto. A saber:
Como tantas y tantas personas, tras años de rinitis crónica pido cita para el alergólogo a ver que me digan a qué leches soy alérgica con precisión, a ver si eso me ayuda a hacerlo más llevadero porque nada de lo probado había funcionado.
En Andalucía es la Junta quién tiene las competencias de salud, y aunque yo estaba resignada en que me dieran cita al menos dentro de seis meses, cuál no ha sido mi sorpresa al llegarme la carta para la cita con fecha 12 de marzo (menos de un mes, creo), con tan mala fortuna de que será uno de los escasos días al mes en que me sea del todo imposible acudir, por motivos que ya os contaré.
La cuestión es que no sólo me llega la carta, sino un sms de recordatorio indicándome un número de teléfono donde puedo llamar para cambiar o cancelar la cita, y una (a pesar de que hacía algún tiempo que pedía sus esporádicas citas con el médico de cabecera por Internet y con Certificado Digital), aún se sorprende de cómo avanzas estos tiempos, y claro, piensas: “Esto debe ser la Sociedad de la Información. ¡Por fil algo verdaderamente útil al ciudadano!”
Pues nada, que ahí voy yo el lunes a llamar para cambiar la cita. Iimposible: o no para de comunicar, o no cogen el teléfono. Martes, mismo plan. MIércoles, mismo plan. Jueves, en ello estoy pero con toda la pinta del mismo plan.
Y digo yo, ¿tan difícil es coger un puñetero teléfono?, ¿por qué se crea un servicio que no se puede antender?
Lo realmente triste es que que no conozco a nadie en el Servicio Andaluz de Salud, ya que en este país parecer ser la única manera de arregar las cosas.