Escandalizada estoy por el escándalo de los escandalosos carteles de Diario de una ninfómana . Es decir, estoy escandalizada de que algún idiota tenga el poder suficiente de censurar un cartel de cine bajo la premisa de que es una acción publicitaria de “dudosa legalidad” y “gratuitamente provocativa”.
A mí por el contrario me parece de dudosa legalidad que se pueda dejar en manos de un descerebrado semejante decisión, ya que a nada que el señor haya leído más allá del Marca o el Qué me dices (con mis respetos a los lectores de ambas publicaciones), habría podido tener conocimiento de algunas otras campañas que pudieran resultar mucho más provocadoras, y en cine podríamos hablar incluso de irreverentes, y no por eso han sido censuradas.
Las imágenes en cuestión son éstas:
Desde luego es que hay que ser palurdo, pero palurdo. Pero al menos le va a facilitar a la película una publicidad gratuita que no se esperaba y que parece tampoco deseaba.
Aquí os dejo la carta que el director de la película ha remitido a los medios:
¿LA CENSURA SIGUE EN EL CINE ESPAÑOL? por Christian Molina
Esta semana se estrena en los cines españoles la película “Diario de una ninfómana”, basada en el libro de Valerie Tasso de título homónimo. Todo el equipo estamos ilusionados con ver en la pantalla de un cine el resultado de muchos meses de duro trabajo. Sin embargo, lo que debería ser una excelente noticia se ha convertido en un proceso espinoso puesto que la empresa que tiene la concesión de publicidad en los autobuses urbanos de Madrid, se ha negado a gestionar la campaña de “Diario de una ninfómana” alegando que la campaña es una acción publicitaria de “dudosa legalidad” y “gratuitamente provocativa”. Algo similar ha ocurrido también con una de las compañías gestoras de la cartelería publicitaria en estaciones de tren. Si tienen ocasión de ver el cartel de la película oficial podrán observar que se trata de un diseño elegante y lejos de cualquier reminiscencia de zafiedad que se fundamenta en una imagen de unas bragas de lencería fina con una mano que no deja ver el sexo femenino de la protagonista.
Les puedo asegurar la buena disposición que ha habido por parte de los responsables de Canonigo y Filmax para encontrar otras alternativas de diseño creativo menos “agresiva”, pero la negativa de la empresa ha sido rotunda tras dos propuestas. A esta campaña de persecución de una obra de creación se ha añadido una conocida emisora radiofónica de ámbito nacional que se ha negado de igual manera a publicitar la película alegando “razones morales”. Ante estos hechos, me gustaría utilizar esta plataforma para expresar la impotencia que sentimos todos aquellos que hemos hecho posible esta película.
El mundo de la distribución cinematográfica es un terreno complicado ya de por sí al que desgraciadamente no todas las películas pueden acceder, un gran número de filmes rodados se quedan a las puertas de la distribución y la exhibición. Por ello, si además nos encontramos con este tipo de trabas a la circulación libre y publicidad de películas, nuestra situación como creadores queda en un lugar muy residual. Además, no entiendo la posición de estas empresas teniendo en cuenta por ejemplo que el tráiler de la película de “Diario de una ninfómana” tiene el certificado oficial del Ministerio de Cultura para mayores de 13 años. En cambio, por otro lado, si nos pasamos por la gran mayoría de los kioscos de la Comunidad de Madrid podemos observar de que manera los niños pueden tener acceso libre a la visión de material pornográfico.
Sinceramente, términos como “dudosa legalidad” o “gratuitamente provocativa” recuerdan a los informes de la censura franquista, al famoso lápiz rojo que emborronaba guiones, a las tijeras que acribillaban rollos de películas o a los censores que cambiaban argumentos originales por historias moralizantes. De hecho, debemos tener en cuenta que el término “ninfómana” no sólo se refiere a la adición sexual sino que etimológicamente hace referencia a las ninfas, aquellas pequeñas musas de la creación artística. Por ello, censurar el poster de una obra creativa es una restricción a derechos fundamentales como la libertad de expresión y de creación artística que recoge nuestra Constitución. No podemos olvidar que el cine es una estructura clave en la cultura de nuestro país y no puede verse limitado por ningún tipo de medida censora.
Christian Molina