Desde que se anunció el programa 21 Días ya dije que no me daba buena espina. Ví un trozo del capítulo (sí, “capítulo”) en el que vivía en la calle y ya pensé que no tenía mucha lógica la experiencia, dado que no puede sentir lo mismo alguien que sabe que dicha experiencia tiene fecha de caducidad, con un mendigo real incapaz de ver la luz al final del túnel.
El viernes pasado ví un trozo del “capítulo” en el que Samanta Villar se dedica a fumar, comer, inhalar… marihuana descubriendo todo el abanico de posibilidades. Pero admito que ante un plano en el que decía algo parecido a: “He desaprovechado la entrevista porque estoy empaná” perdí todo el interés y cambié de canal.
No entiendo que hay de periodístico en lo que esta chica está llevando a cabo. No hay nada de documentación ni de contraste ni de investigación. Tan sólo una experiencia directa que para el caso me daría igual que lo hiciera un periodista o mi vecina del quinto, que también podría hablar de lo empanada que está…
En Adlo lo cuentan mucho mejor que yo, aunque estoy en desacuerdo en llamar a eso periodismo 2.0. De hecho no creo que sea periodismo en ningún caso. Pero la triste realidad es que con semejante ejercicio de sensacionalismo periodístico ha conseguido unas buenas audiencias, y eso confirma que tenemos la televisión que nos merecemos.
Gracias, Sonicraver, por el enlace.