Ayer publicaba Periodista Digital que el despido de la corresponsal Ángela Rodicio ha sido declarado improcedente, y por tanto tendrán que readmitirla o indemnizarla.
Lo cierto es que me sorprendió enormemente su despido, y todas las acusaciones me dejaron boquiabierta.
Parece ser que la niña Rodicio, como la llama Pérez Reverte, no sólo es conocida por su gran profesionalidad, sino también por su facilidad para granjearse enemigos. Nada que objetar. No creo que la hayan enviado a esa corresponsalía a ganar ningún concurso de simpatía.
Evidentemente nadie sabe exactamente lo que ha ocurrido allí, ya que sólo tenemos la version de TVE. Y el prudente silencio de Rodicio debería preocuparles, porque este podría ser un buen ejemplo de la máxima que reza: “a un periodista se le teme más por lo que calla que por lo que cuenta”.
Y es que después de leer todas las supuestas irregularidades una no puede dejar de pensar en que no cuadra. En que algo huele mal. Se habla de gastos en lujosas tiendas de ropa y elitistas joyerías, justificados con facturas de reparaciones de vehículos y ordenadores que parece ser que nunca se efectuaron.
En total parece ser que el importe de estas irregularidades asciende aproximadamente a unos 36.000 euros. ¡Uf! ¡Pedazo de fortuna! No me explico como no se ha comprado ya alguna islita perdida del Índico para retirarse y vivir de las rentas que esa “increíble” suma de dinero puede darle bien invertida…
¿Pero en qué cabeza cabe tamaña estupidez? Los que hablan del divismo de la Rodicio también hablan de su inteligencia y profesionalidad, y no podría entender que alguien presuntamente tan espabilado pueda pringarse, jugarse su prestigio profesional y su carrera por la miserable cifra de unos 6 millones de pesetas, o unos trapitos pijos y unas joyas.
Además, no me imagino yo ni a esta ni a ninguna otra periodistas paseando por las calles de Irak con un conjunto de Gucci y un sortijón de brillantes. Que huele muy mal. Que todos sabemos cómo funcionan según que cosas en según qué países, y todos sabemos, como funcionan algunas cosas aquí en España, y como se justifican gastos y gastos y más gastos de muchos ejecutivos, tanto de medios de comunicación como de otros ámbitos.
Y ahora van y nos quitan a una de las mejores periodistas de este país en lo que parece una guerra personal más que profesional.
De momento la Rodicio calla. Veremos a ver si la nueva dirección de TVE la readmite, porque no habría mejor prueba de que todas esas acusaciones no eran más que una absurda cortina de humo.
Fuentes:
Periodista Digital – 9 de junio
Periodista Digital – 17 de febrero
Periodista Digital – 15 de Enero