Sin duda la escenografía es uno de los aspectos más desconocidos por parte del gran público de todo el entramado cinematográfico. De hecho, si está bien llevada a cabo, es realmente fácil que pueda pasar desapercibida, pues como ocurre con los efectos especiales, cuanto menos se ven, más efectivos son.
He de admitir que la escenografía y puesta es escena no es uno de los aspectos que más me haya interesado cinematográficamente hablando, ya que siempre he pensado que era “para dimensionalidad y movimiento al escenario: el decorado, el mobiliario, y la utilería para crear la atmósfera, el ambiente y ayudar a la verosimilitud de la interpretación”1. Sin embargo, me pareció interesante profundizar en este tema, y hacerlo con un director que cuida hasta el más mínimo detalle de sus producciones personalmente.
Casi desde el principio pensé en Alejandro Amenábar como objeto de estudio, porque aún siendo muy joven, tiene en su haber cuatro largometrajes que han sido éxito de taquilla. Además, a pesar de la diferencia de medios con la que ha contado desde sus inicios, desde el principio se ve en su obra una preocupación por el detalle y la ambientación.
Pese a todo, a priori, la puesta en escena de su primer largometraje parece mucho más sencilla, que no descuidada, de lo que hemos podido apreciar en su último filme aquí estudiado, de ahí que nuestro principal objetivo sea analizar si verdaderamente hay un cambio en la puesta es escena a lo largo de su trayectoria profesional.
Con esta hipótesis de partida procederemos a analizar cinco de sus trabajos cinematográficos, dos cortometrajes, y los tres largometrajes, ya que hay un primer cortometraje del que no ha sido posible conseguir copia para su visionado.
Recursos:
- 1DORREGO, Luis (1996): Dirección Escénica. J. García Verdugo, Madrid
- AMENÁBAR, Alejandro (en prensa): Aulas y Jaulas, Madrid, El País. En SEMPERE, A. (2000): Alejandro Amenábar, cine en las venas, Nuer, Madrid. Pp. 23-24.
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