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María Teresa Campos es una gran periodista, aunque me gustaba más en sus inicios radiofónicos.
Hoy no me convence tanto. Demasiada broza de crónica rosa, demasiado se le ve el plumero elogiando a sus amistades… Quizá se pueda permitir el lujo, puede que sea su estilo, pero desde luego considero que los años de experiencia no deben servir para bajar la guardia.
Ana Rosa me parece más elegante, -y no me refiero a sus ataques ImeldaMarquísticos precisamente-.
Y es que aunque en su programa también tenga cabida la crónica social, me resulta bastante más profesional.
Puede parecer cruel, pero éstas son las reglas de un juego en el que estas gentes se avinieron a participar (y que, en buena medida, fueron y son así porque así lo quisieron ellas), con lo cual no cabe llamarse a excesivas lamentaciones: las palmadas conmiserativas en el hombro deben reservarse para personas en cuyos contratos de trabajo figuran cifras con muchísimos menos ceros.
Y la rueca, cómo no, sigue girando…
Puede que el programa sea mejor, pero AR cuenta con los triunfitos, los grandes hermanos y toda la tropa que les acompaña. No creo que gane la batalla de la audiencia.
La pena es que no la han jubilado, porque le lavaba el cerebro a todas las pobres amas de casa de este país. Sus mesas de contertulios eran sesgadas, tenía la agenda setting que mandaban desde Génova. La guinda sería que metiera de contertulia a su queridísima hija. Sería para salir corriendo.
Admirada Señora María Teresa Campos,
si por casualidad algún día busca su nombre en el Google y va a parar a este página, que sepa que los espectadores de los Simpson también la echamos de menos.
http://lacinefilia.blogspot.com/2006/04/mara-teresa-campos.html
Besitos,