No cabe la menor duda de que Amenábar es un cineasta excepcional. El director nuevamente se centra en los personajes sin dar apenas concesión a planos de transición o tramas secundarias que pudieran distraernos de su objetivo principal.
La fotografía, nuevamente a cargo de Javier Aguirresarobe, retrata a la perfección esa luz de Galicia que nunca llega a ser luz plena. Y todo ello acompañado de una perfecta ambientación de ese norte rural que se deja el aliento trabajando.
Las interpretaciones de todo el reparto son fascinantes. Desde un Javier Bardem en estado de gracia, pasando por una Belén Rueda que emociona, o Lola Dueñas, impresionante en su papel de Rosa. Pero sin duda, todos los actores gallegos son merecedores de un reconocimiento especial, encabezados por Mabel Rivera, en el papel de Manuela, cuñada de Ramón, quién le cuidó y atendió con amor durante años.
Sin embargo, hay que recordar que una cosa es una adaptación de una historia, y otra muy distinta contar la vida de alguien. Y ahí es donde esta historia falla. Para todos los que recordamos la lucha, la batalla legal y el sufrimiento por el que Sampedro tuvo que pasar, esta historia sabe a poco.
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