Normalmente los lectores se comunican a través de comentarios, pero a veces te envían un mail, y en esta ocasión, me pareció tan certero y bien explicado que le pedí permiso para publicarlo, respetando su anonimato.
Por tanto aquí tenéis una carta de un lector, que suscribo íntegramente:
Apreciada Sonia:
Aunque algo tarde, he leído sus comentarios a la entrevista con el impresentable Paolo Vasile. y aun cuando estoy de acuerdo con usted, creo que más impresentable aún son algunos otros programas de Telecinco.
La razón se debe a que por instancias de una amiga he presenciado el nuevo programa “humorístico” de Telecinco, “Lo que se avecina” – que no sólo no me hizo reír, sino que me irritó. Al parecer, no es suficiente con “Aquí hay tomate” donde unos supuestos periodistas echan a rodar cuanto rumor les place sobre quien les viene en gana – para cobrar suculentos cheques a fin de mes- y además tienen que embutir al público con este bodrio que pretende ser una representación humorística de una comunidad de vecinos cualquiera en España.
Este programa es el mejor ejemplo de como una serie destinada supuestamente a hacer reír que sólo consigue irritar a cualquiera que tenga un poco de criterio. El episodio de hoy domingo es una muestra de este desacierto. Desde el hermano mayor que traiciona al menor suplantándolo para quedarse con su cita, hasta la comunidad de vecinos -pintada como banda de cotillas carroñeros, que sólo viven para hacer la vida difícil a los demás, preñados de envidias y maledicencias- y que además parecen subnormales, resulta un pobre retrato del español de a pie.
Las comedias de enredos (sitcom, como dicen los americanos)se basa precisamente en eso, enredos, producidos por la casualidad o la mala suerte, y no siempre por la estupidez de los protagonistas. Los guionistas olvidan que la mejor ficción se construye con trozos de realidad, que aun cuando se puedan más o menos estereotipar, exagerar o desdibujar para conseguir el efecto deseado, debe mantener una coherencia y una lógica, y yo pregunto si el guionista o el director de la serie permitirían que un vecino les obligara a pasar la prueba del polígrafo -y nada menos que a un concejal, que los políticos son pillos pero no estúpidos-, manejado además por un par de imbéciles que nada saben de poligrafía. Habría que ser aún más imbéciles que ellos.
Esto no es una comedia de enredos, es una comedia de estupideces. Y no olviden que -quiéranlo o no los autores- al escoger como escenario una comunidad de vecinos en un edificio cualquiera, están dando un vistazo a vuelapluma, dizque representativo, del español de a pie, y lo están dejando muy malparado. Un consejo de vecinos que bien podía ser el de un asilo de lunáticos.