Navidad, Navidad, gafe Navidad.

Hay veces que parece que la Navidad, además de amor y buena voluntad, nos trae un sinfín de pequeñas desgracias que hacen aún más díficil el ya de por sí duro recorrido prenavideño.
Yo empecé el mes con un flemón que me tuvo el puente de la constitución encerrada en casa. Puente que por cierto tuve que pasar sin agua caliente ya que a pesar de haber dado aviso al seguro multirriesgo del hogal el 27 de Noviembre, los fontaneros no fueron capaces de restrablecer el agua caliente hasta pasados los dias festivos. Por si fuera poco, para ese trabajillo, tiraron una pared abajo, con lo cual a la reparación de fontanería se unía ahora también la de albañilería y la posterior de pintura.
Menos mal que a estas alturas ya me había recuperado del flemón y podía afrontar con fuerza y brío la lucha de tener reparadores en casa.
Pero es que ahí no queda la cosa. Un tornillo de una tapa de inodoro, un grifo de ducha, una lámpara de techo que se descuelga, y por si fuera poco, mi madre, epicentro fundamental de la preparación de estas fiestas me pilla un gripazo de los de cuando el grajo vuela bajo (que ya sabeis que hace un frío del…) y la tengo en cama en estado febril pero sin dejar de dar órdenes de todo lo que hay que ir haciendo.
Menos mal que yo me vacuné de la gripe 🙂 Pero eso no me ha evitado el coger un buen resfriado con mi pequeña dosis de fiebre, y una serie interminable de estornudos cuyo fin parece el de sacar por mi nariz la escasa matería gris que ya me queda.
A pesar de todo, éste no ha sido el peor año. Aún tiemblo al recordar como un 24 de diciembre se nos estropeó el lavavajillas inundandando la cocina, y se estropeó el horno con la empanada a medio hacer.
Felices Fiestas y que la diosa Fortuna os proteja 😉

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