Éste es un claro ejemplo de que todo lo malo se pega.
Si al principio acogimos el periodismo ciudadano como una revolución que permitiría una democratización de la información, vemos que en poco tiempo esta visión puede ser fácilmente deformada por la peor clase de periodismo que existe: el sensacionalismo.
Una pena, que una herramienta tan poderosa se convierta en utilidad para seguir sacando trapos sucios de famosos, como si no hubiera bastante con los paparazzi oficiales.
¿Dónde está el límite? (Si es que lo hay…)
Cómo era aquello de… “somos lo que comemos” Bueno pues ahora es… “somos lo que vemos en la tv” y claro, luego pasan estas cosas. jeje.
Pues allá ellos. Yo francamente como que no voy a gastar pilas y memoria de cámara para esas tonteridas
En la mirada no hay límites. Menos mal que el tacto no puede registrarse.
Me entristece muchísimo esta barbaridad. Yo soy de Chile, pero viví en Argentina unos años, y había un programa de farándula que premiaba con fantásticos premios a aquellos que llamaran para dar algún dato de famosos… eso fue en la década de los 90, cuando no teníamos tan a la mano la tecnología digital. De seguro que ahora los que llaman pueden dar testimonio fotográfico de sus dichos.
Confío en los editores del diario en el que escribo para que no llegue a desformarse tan lindo proyecto en otro espía sin compasión.