Mi Universidad está realizando un enorme esfuerzo en la implantación del Smart Campus con una misión clara:
Hacer de la Universidad de Málaga un referente en Sostenibilidad, convirtiéndose en un escaparate para las ciudades de todo el mundo y en ejemplo a nivel internacional, atrayendo a los mejores estudiantes, para convertirlos en los líderes de la sostenibilidad del mañana. (Uma)
Una misión ambiciosa, que no pongo en duda. Sin embargo estos procesos son complicados, lentos, y a veces incluso tediosos. Entiendo que es más fácil aplicar lo smart en los edificios más nuevos de los campus, y que los que ya llevamos algún tiempo por aquí tardaremos aún en ver cosas tan sencillas como iluminación por temporizador o, un sistema de calefacción que simplemente funcione. Vale, ya todos sabemos que las Universidades son organismos mastodónticos que han de moverse despacio.
No obstante, van dando sus pasitos, y en ese camino recibí ayer un correo por el cual debía enviar un excell (sic) con unos cuantos datos personales, incluyendo las matrículas de uno o dos vehículos con los que vengo a mi edificio para darme la nueva tarjeta de acceso al aparcamiento. Hasta aquí bien. Que se ordene un poco el acceso a los edificios parece razonable. Es entendible, y siempre puedo decir que no quiero dar mis dagtos y aparcar fuera o venir en transporte público.
Pero no se trata de eso. Se trata de cómo se hacen las cosas. Admito que cuando recibí el correo me sentí un poco impelida a facilitar esa información, casi obligada, sin que nadie se haya molestado en decirme qué tratamiento se va a dar a dicha información, porque para acceder al edificio con una tarjeta, no hay que personalizarla tanto, y ahora con todos esos datos, sabrán cuándo entro, cuándo salgo, si voy a comer a casa o no…
Doy por hecho que mi Universidad no va a vender mis datos a Cambridge Analytica, pero como ya comentábamos desde Brasil, por un lado ningún sistema es invulnerable, pero por otro y más importante, las empresas tienen que pensar muy bien en qué van a hacer con esos datos. Y no sólo pensarlo, sino ser transparentes con toda información para que el usuario propietario de los datos pueda confiar en el buen hacer y el buen criterio de la institución receptora de toda información.
Por supuesto me apunto al smart campus, pero si quieres mis datos, no es mucho pedir que, a cambio, me cuentes qué vas a hacer con ellos ¿no? 🤔