Enhorabuena, ETA

Lo admito, es un titular premeditadamente escandaloso, como diría Sonia “espectacularizante”, pero es que yo no tengo detrás unas pistolas que me hagan salir en la portada de todos los medios en cuanto digo cualquier cosa.

Y no es que lo que ha dicho ETA hoy sea “cualquier cosa”, por supuesto. Es cierto que el que los asesinos hagan un comunicado diciendo que se acabó la tregua es una noticia relevante, aunque ya la hubieran roto “de facto” hace cinco meses. Es cierto que algo cambia en el sentimiento de la ciudadanía, y de los vascos en particular, sobre ese ficticio estado de tranquilidad del que “disfrutábamos” hasta ahora. Pero a mí no deja de llamarme la atención lo bien que maneja ETA a los medios de comunicación para conseguir lo único que la hace realmente fuerte: la publicidad.

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Resaca por un café de 80 céntimos

Nada nuevo: los grandes titulares importan más que el fondo. Y claro, la conclusión casi unánime que saca el periodismo español de dos horas de preguntas ciudadanas a un Presidente del Gobierno es la obvia: “Zapatero no sabe lo que cuesta un café”; y por supuesto eso nos da una clara idea de lo alejado que está nuestro presidente de nosotros, el pueblo llano.

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Replicantes

Para un apasionado de la Ciencia como yo, las disciplinas que abordan de manera científica esos conceptos que más se resisten a la medición objetiva son algo fascinante. La Memética es una de mis preferidas. Del mismo modo que la Genética estudia la forma en que se transmiten los genes de una generación a la siguiente, la Memética analiza la forma en que las ideas se trasmiten entre los seres humanos. Los memes son para la cultura lo que los genes son para la vida.

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Podetiquette: Decálogo alternativo

Nota: Si no sabes lo que es un podcast, tal vez deberías empezar por aquí: ¿Qué es un podcast? (artículo en Podcastellano)

Hace unos días, en la lista de correo de podcast-es, surgió un brevísimo hilo titulado “podetiquette”. Para entendernos, una especie de “manual del buen podcaster”, al estilo de esas normas de buenas maneras que se ven con frecuencia al suscribirse a listas de correo y otras redes sociales.

Antes incluso de que se iniciara el debate, el Decálogo de podetiquette publicado en Podcatalà zanjó definitivamente el tema (aunque probablemente sin pretenderlo), y a falta de mayor oposición entiendo que, en general, la comunidad aceptó como válido lo expresado en dicho artículo; y eso seguramente quería decir que seguir esos diez puntos podría ayudarme a tener un podcast mejor.

Tras leer el artículo, mi primera reacción fue entonar un sentido mea culpa y agachar la cabeza avergonzado por incumplir casi todos los puntos: mi frecuencia es anárquica y mi regularidad inexistente, y de vez en cuando desaparezco del mapa podcastero sin previo aviso; tampoco tengo promo, y a duras penas he superado el número mínimo de episodios para que mi podcast sea considerado como tal según dicho decálogo. Resumiendo: soy de lo peor…

Pero una vez superado ese momento incómodo de autoflagelo, se despertó mi lado revolucionario para rebelarse contra algo que, siendo esencialmente buenos consejos, no dejan de suponer un cierto limite a la creatividad y a la libertad que, para mí, el podcasting representa como nuevo medio de comunicación. Por eso me he decidido a elaborar mi propio decálogo que, por supuesto, tampoco pienso cumplir:

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